lunes, 17 de febrero de 2014

Divagaciones filológicas ¿Español o Castellano? Vuelve el debate.

Recientemente he tenido oportunidad de participar en una conversación acerca de la idoneidad sobre el nombre que debemos dar a la lengua que hablamos cuatrocientos millones de personas. Había quien afirmaba que hay que decir "Castellano" porque existen otros lenguas españolas, mientras que el que estas lineas firma siempre ha sido más partidario de la denominación "Español", por parecerle parece más inclusiva y correcta filológicamente, además de ser el nombre que recibe fuera de España. Para más inri últimamente veo mucho en redes sociales e internet la denominación "Latino" para referirse a la variante transatlántica de nuestro idioma, lo que me parece una solemne aberración, porque lengua latina es la que hablaba Cicerón, no la de Vargas Llosa.

Empecemos por el principio. Para estas cuestiones, debemos fiarnos más de los académicos que de los políticos, que intentarán barrer para casa, sea cual sea dicha casa. La denominación "Castellano" es defendida por los nacionalistas periféricos, que rechazan el término "Español" como oposición a una idea de nación que no comparten y que quieren evitar en su ideario sociopolítico. Es más fácil rechazar una lengua y una cultura si en vez de ser la del todo del que forman parte (lo español) es simplemente la del aborrecido vecino (Castilla, y especialmente "Madrid", en el contexto manipulado que ellos suelen utilizar). Por otro lado, durante el régimen anterior, y especialmente su primera mitad, se usó un concepto excesivamente rancio y autoritario de la idea de España, de "lo" español y de la "Lengua del Imperio", provocando un rechazo a tal término entre quienes no compartían tal ideología, rechazo que aún hoy arrastramos, y que ha llevado a identificar la identidad nacional con una determinada ideología política, la derecha, como si los millones de españoles de centro e izquierda no tuviesen derecho a sentirse españoles, o lo fuesen en menor medida. Aunque éste es tema de otro debate.

Sin embargo, si prescindimos de las connotaciones políticas y politizadas y nos vamos a quienes regulan el correcto uso del idioma -los académicos- veremos que usan, sin dudarlo, la denominación "español". Son la Real Academia de la Lengua Española y las otras veintiuna academias de los países hermanos, todas las cuales integran la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y regulan, con mejor o menor fortuna, los usos lingüísticos del idioma común. Y el Diccionario oficial, que hacen entre todos, los de allá y los de acá, es el Diccionario de la Lengua Española (así como también son Españolas la Gramática o la Ortografía oficiales).

Buscando en el mismo la palabra "Español" leemos que es la "Lengua común de España y de muchas naciones de América, hablada también como propia en otras naciones del mundo". En lo que se refiere a "Castellano" en una acepción nos dice que es la "lengua española, especialmente cuando se quiere introducir una distinción respecto a otras lenguas habladas también como propias en España", y en otra acepción "Dialecto románico nacido en Castilla-La Vieja, del que tuvo su origen la lengua española". Ese es el quid de la cuestión. Aunque los académicos hayan admitido recientemente el uso de "Castellano" con ese concepto diferenciador respecto de las otras lenguas españolas (una acepción que no aparecía en la anterior edición del DRAE, la vigésimoprimera), está claro que prefieren y recomiendan el uso "Español", y nos aclaran que el Español que hablamos hoy es una lengua derivada del Castellano medieval -no la misma lengua-, la cual evolucionó con el paso de los siglos, enriqueciéndose con aportaciones del hebreo, del árabe y de las lenguas indígenas americanas hasta convertirse en una lengua diferente.

En resumen, que si leemos una jarcha anónima (Vayse meu corachón de mib. Ya Rab, ¿si me tornarad? ¡Tan mal meu doler li-l-habib!...), el "Cantar de Mio Cid" (...de los sos oios tan fuerte mientre lorando / tornaua la cabeça estaua los catando...), o el "Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor e de Patronio" (Acaesçio una vez que el conde Lucanor estaba fablando en su poridat...), estaremos leyendo castellano. Pero si leemos a Cervantes, Lope de Vega o Calderón, o a cualquier autor español o iberoamericano de nuestro siglo XXI, estaremos leyendo español. 

Si consultamos el Diccionario Panhispánico de Dudas, elaborado por la ASALE, veremos que nos dice que "Aún siendo sinónimo de Español, resulta preferible reservar el término Castellano para referirse al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media , o al dialecto del español que se habla actualmente en esa región". La misma recomendación nos da la Fundación del Español Urgente (FUNdEU), remitiéndonos al Panhispánico.

Para salir de dudas, vemos que también se usa la denominación "Español" en Guinea EcuatorialSáhara Occidental y Filipinas. Y que en otros idiomas se usa también la misma denominación: Spanish, Spagnolo, Espagnol...

Por todo ello, aunque en un de las acepciones de la última versión del Diccionario sean sinónimos, quien estas líneas firma prefiere la denominación "Español" para el idioma actual y reservar "Castellano" para la versión arcaica; como ya nadie dice "Toscano", sino "Italiano"; ni tampoco dice ya nadie "Tudesco" sino "Alemán". Y vamos a olvidarnos de lo que algunos consideran "políticamente correcto". ¡Que ya está bien de tanta tontería!





1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo, Antonio. Lo suscribo punto por punto. No podías haberlo explicado mejor...

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