Se acaba de celebrar en San Juan de Puerto Rico (del 15 al 18 de Marzo) la VII edición del CILE, el Congreso Internacional de la Lengua Española, que ha congregado en la querida isla caribeña a cientos de filólogos, escritores y especialistas en comunicación oral y escrita de todos los rincones de la Hispanidad. Lamentablemente la noticia que ha saltado a los medios no ha sido de tipo académico sobre el contenido del congreso y sus conclusiones, sino referente a las poco afortunadas palabras, durante su inauguración, del Director del Instituto Cervantes (y ex Director de la Real Academia de la Lengua), D. Víctor García de la Concha, y del propio Rey Felipe VI, relativas al estatus político de Puerto Rico.
Dijo don Víctor en su discurso inaugural que dicho congreso "era la primera vez que no se celebraba en Hispanoamérica". Precisamente quien fue director de la RAE sabe que el mismo Diccionario de la Lengua Española nos dice que "Hispanoamérica es el conjunto de los países americanos donde el español es lengua oficial". Más aún si además (como es el caso del profesor García de la Concha), fue Presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española de todo el mundo, que incluye a la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española. Es más, don Víctor también sabe, o debería saber, que la Hispanidad es un conjunto de territorios unidos por la Lengua, la Cultura y la Historia comunes- como la Commonwealth of Nations o la Francophonie- independientemente del status político que sus miembros tengan en cada momento. Aún en el caso de que Puerto Rico decidiese algún día formar parte de EE.UU., seguirá siendo Hispanoamérica. ¿Por qué esta declaración tan incierta, don Víctor, además de directamente ofensiva para nuestros hermanos puertorriqueños?
Por otro lado, el Rey declaró (min, 1.12 del Discurso) que "la reina y yo sentimos una gran alegría por viajar nuevamente a los Estados Unidos de América y por hacerlo poco después de haber visitado la Florida"... No sé quién o quiénes le escriben los discursos a D. Felipe, pero en esta ocasión no ha estado a la altura de las circunstancias. Porque Puerto Rico, majestad, no es un estado más de EE.UU. (como sí lo es desde 1845 La Florida. que había sido española hasta 1821, en que nos fue conquistada por el gran vecino del Norte). Puerto Rico no forma parte de EE.UU., así que no es un estado más. Tras la conquista estadounidense de 1898 y el vergonzoso Tratado de París se convirtió en un territorio colonial, aunque desde 1952 lo denominemos "Estado Libre Asociado". No comparte soberanía con el Gobierno Federal de Washington, como los 50 estados, sino que depende del Congreso de EE.UU. (como dependía la llamada Zona del Canal hasta que fue entregada a Panamá en 1999), como cualquiera de sus otros "territorios no incorporados" (eufemismo para las colonias de EE. UU.).
Mapa del archipiélago de Puerto Rico (Puerto Rico, Vieques y Culebra)
La situación política de Puerto Rico es objeto de conflictivos debates desde hace décadas. Algunos son partidarios del mantenimiento del statu quo, es decir, continuar con el Estado Libre Asociado. Otros prefieren la Estadidad (integrarse plenamente en EE.UU. como el estado número 51), y otros optan por la plena Independencia. Desde hace dos o tres años ha surgido en la isla una cuarta e ilusionante opción: el Reunificacionismo, la opción de los partidarios de volver a ser una comunidad autónoma uniprovincial española (como lo fue hasta la invasión de 1898), lo que les convertiría en un nueva región ultraperiférica de la Unión Europea (como la Guayana Francesa, las islas de Guadalupe o Martinica y demás territorios franceses de Ultramar, o los territorios españoles y portugueses de la Macaronesia -Azores, Madeira y Canarias-).
El que el Jefe del Estado español diga en un discurso oficial que Puerto Rico es Estados Unidos aparte de una inexactitud jurídica, supone hacerle tomar parte directa en este debate político, a la par que le enfrenta innecesariamente con todos quienes no son partidarios de dicha dependencia. Un enfrentamiento que -evidentemente- no le conviene a él como persona, ni a España, como país al que representaba en dicho discurso.
Discurso de Su Majestad Felipe VI en el CILE
En el hipotético caso de que el rey Felipe visitara oficialmente el Territorio Británico de Ultramar de Gibraltar (cuya relación con Reino Unido es equivalente a la de Puerto Rico con Estados Unidos), que le fue ocupado manu militari a España hace ya tres siglos largos (como lo fue Puerto Rico en 1898), y que España considera territorio ocupado a descolonizar ¿diría "que siente una gran alegría por viajar al Reino Unido de la Gran Bretaña"? Estoy seguro de que no se le ocurriría. ¿Por qué, entonces, hace en Puerto Rico tal argumentación fuera de tono, metiendo a España en un avispero diplomático y tirando piedras contra su propio tejado, pudiendo decir, simplemente, que se alegraba por estar en Puerto Rico?
¿Es casualidad que el mismo día el Director del organismo encargado de la Acción Exterior Española en política lingüística, y poco después, el propio Jefe del Estado, aludan en sus discursos al conflictivo status político de la isla anfitriona, excluyéndola el uno de la comunidad Hispanoamericana e incluyéndola el otro dentro de la metrópoli colonial? ¿Es una doble torpeza? No lo creo. Más bien parece fruto de una determinada política procedente del Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Decía Churchill que el diplomático es "una persona que primero piensa dos veces y finalmente no dice nada". Pero ¿por qué el actual Gobierno en funciones del señor Rajoy Brey en vez de hacer caso del consejo del viejo estadista inglés, se mete en estos berenjenales? ¿Para quedar bien con el Gobierno de Estados Unidos a través de unas declaraciones humillantes, aunque suponga afrentar innecesariamente a los anfitriones del evento, el gobierno y el pueblo borinqueño? ¿Para tumbar la buena imagen de España ante los puertorriqueños de modo que no avance la "cuarta vía" que propugna la vuelta de Puerto Rico a ser una comunidad autónoma uniprovincial española, como lo era hasta 1898, lo que nos pondría en un evidente conflicto diplomático con el poderoso EE.UU.? ¿O tal vez para halagar al gobierno de EE.UU. de cara a conseguir que respalde a España si se produce una declaración unilateral de independencia por parte del actual gobierno independentista de la comunidad autónoma de Cataluña? ¿O todo a la vez? Probablemente, esto último.
¿Alguno de los partidos políticos españoles piensa interpelar al Gobierno en sede parlamentaria, ya sea en el Congreso o en el Senado, para que el Presidente, o el Ministro de Exteriores, dé explicaciones sobre el sentido de los discursos que alguien preparó al Rey y al Director del Instituto Cervantes?
¿Alguno de los partidos políticos españoles piensa interpelar al Gobierno en sede parlamentaria, ya sea en el Congreso o en el Senado, para que el Presidente, o el Ministro de Exteriores, dé explicaciones sobre el sentido de los discursos que alguien preparó al Rey y al Director del Instituto Cervantes?
En todo caso, estoy seguro de que habría otros modos de definir las relaciones bilaterales de España con Estados Unidos, que poniéndonos en un brete de este calibre. Mis excusas, como españolito peninsular de a pie, a todos los hermanos puertorriqueños que se hayan sentido ofendidos por estas declaraciones. Confiemos en que el Panhispanismo sepa curar las posibles heridas y que algún día tengamos una Política Exterior de la que, como en este caso, no tengamos que avergonzarnos.
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