domingo, 25 de mayo de 2014

El traje nuevo del emperador, o los estanques del Señor Marqués

El debate más agitado del año está siendo la instalación por la Fundación Pública Greco 2014 de un proyecto artístico firmado por la escultora y grabadora donostiarra Cristina Iglesias Fernández-Berrido (1956-), la cual saltó a la palestra mediática hace unos años cuando realizó las puertas de la ampliación del Museo del Prado (el llamado Cubo de Moneo) y que ahora ha realizado un proyecto titulado "Tres aguas", consistente en tres estanques con bajorrelieves que semejan ramas, raíces y hojas de la orilla lodada y fangosa de un curso fluvial, que alude al Tajo. Dichos estanques se llenan y vacían de un modo cíclico, como la hacían las famosas clepsidras de Azarquiel, completándose cada treinta o cuarenta minutos. Uno ha sido instalado en el Convento de Santa Clara (con acceso desde su parte trasera, en la Plaza de Santo Domingo el Real). El otro ha sido instalado en el interior de la Torre de Aguas de la antigua Fábrica de Armas (un antiguo depósito hídrico que no se usaba para generar electricidad, como dice la página oficial, sino para consumo y riego). Y el tercero y más conflictivo, en la Plaza del Ayuntamiento, para lo cual se ha eliminado el jardín que la ornamentaba y su fuente renacentista (una magnífica obra del S. XVI con altorrelieves, realizada en mármol de Carrara por maestros genoveses).

Fuente plateresca y jardín retirados para la instalación de C. Iglesias

 

                              Aspecto actual de la Plaza del Ayuntamiento

En realidad estas obras no son tan novedosas como se nos ha querido hacer ver, ya que siguen la linea de otro estanque de la misma autora mucho mayor (33 x 14 m.) y muy bello, denominado "Fuente profunda" realizado hace unos años para la Plaza Leopold de Wael, en la ciudad belga (y no alemana, como pone en la web de la propia artista) de Amberes, ante su Real Museo de Bellas Artes. Aunque no está, como aquí, en el corazón de la ciudad medieval.

Precisamente el contraste tremendamente rupturista producido entre el estanque y la propia plaza del Ayuntamiento, corazón de la ciudad histórica Patrimonio de la Humanidad y rodeada de edificios declarados Bienes de Interés Cultural (y por ello teniendo la propia plaza la máxima protección legal, lo que se denomina "Entorno BIC"), es lo que ha causado la controversia en la opinión pública. Como ha ocurrido en otras ocasiones, los propios promotores de la obra, sus dos o tres palmeros habituales (que no se dan cuenta del ridículo intelectual que hacen cada vez que abren la boca) y alguna persona independiente cuya opinión respeto pero no comparto, han defendido a capa y espada las bondades de la misma y la necesidad de entrar en el Siglo XXI con un gran y rompedor proyecto de Arte Contemporáneo. De hecho, algunos de dichos defensores (a través de los medios de comunicación y de las redes sociales) han acusado  a los detractores de ir contra la modernidad, de antiguos, aniquilosados, provincianos, catetos, e ignorantes. El II Marqués de Marañón, nieto del eximio médico y Presidente de la Fundación Pública Greco 2014, ha tildado desde el diario ABC de ignorantes a quienes discrepan de las bondades de dichos estanques. 

Llegados a este punto he de manifestar mi desacuerdo con el aristócrata, empresario y abogado madrileño. Quien firma estas líneas cree tener suficiente formación en Historia del Arte, tanto académica (al menos tanta como para tener un título de Licenciado por la Complutense y un Diploma de Estudios Avanzados de Doctorado por la de Castilla-La Mancha) como de relación personal continua (tanto de amistad como incluso familiar), con artistas contemporáneos. Y sin embargo, quien firma estas líneas se suma a la lista de detractores. Y no por la obra de la señora Iglesias, en sí misma sorprendente y muy meritoria, y a la que reconozco como una autora consagrada y premiada, sino por cómo se ha hecho y por el lugar elegido -mal elegido- para su ubicación. Intentaré razonarlo a continuación.

Proyecto desacorde con los fines.

El proyecto "Tres aguas" ha sido promovido por la Fundación Pública Greco 2014, y, sin querer entrar ahora en la valoración artística del mismo, este escribidor se pregunta por la relación entre dichos estanques y la alegoría al Tajo que dicen representar, con la figura del Greco y la conmemoración del Cuarto Centenario de su fallecimiento, que es el único fin al que se deberían de dirigir las actividades de la Fundación que los ha encargado y pagado.

Oscurantismo ab initio.

Un proyecto que fue adjudicado, creo recordar -aunque no lo afirmo con certeza absoluta- sin concurso público previo, directamente a la artista. Y que, en una muestra de desprecio a la ciudadanía de Toledo, jamás fue presentado en la ciudad que iba a acogerlo, sino en Madrid. Y que entonces, tampoco fue mostrado como un proyecto sometido a exposición y debate, sino como algo ya aprobado, definitivo e indiscutible, como así ha acabado siendo.

Sigue sin saberse quién paga el mantenimiento, la limpieza, la electricidad de los motores, ni qué va a pasar cuando se agoten las becas de los estudiantes de Humanidades que, durante el presente Año Greco, enseñan los otros dos estanques, ubicados ambos en entornos privados y cerrados, por lo que no podrán continuar visitándose libremente.

Presupuesto descomunal, inapropiado a los tiempos y políticamente incorrecto.

Un proyecto que, según la prensa, ha costado la friolera de dos millones de Euros, es decir, casi trescientos treinta y tres millones de pesetas, hablando en antiguo. O lo que es lo mismo, que cada estanque cuesta de media 666.666 Euros (es decir ¡ciento once millones de pesetas!). Se nos ha repetido que la obra ha sido financiada íntegramente por Liberbank (entidad propietaria de la antigua Caja de Ahorros de Castilla-La Mancha), por la británica Fundación Artangel y por un anónimo mecenas, por lo que no ha costado un euro al contribuyente. Aunque si tenemos en cuenta que los mecenas de la Fundación Greco se desgravarán fiscalmente entre un 40 y un 90% de sus aportaciones (al tener la declaración de "Acontecimiento de Excepcional Interés Público"), resulta que se está dejando de ingresar entre 800.000 y 1.800.000 € en la Hacienda Pública, que somos todos. ¿Cuánto exactamente es lo que se desgravan? Tampoco se sabe. Pero tal como están las cosas, personalmente, hubiese preferido que esa millonada desgravada hubiese quedado en las arcas del Estado, para poder ser utilizado en otros fines más perentorios, que los hay. Y ahora más.

La chapuza del montaje.

Viendo el folleto oficial del proyecto (salvo omisión por error de imprenta), deducimos que la instalación del estanque de Santa Clara no ha tenido supervisión arqueológica, algo inconcebible y que incumple la legislación en vigor sobre Patrimonio; y que además se ha instalado, según ha denunciado ICTH en la Junta Municipal de Distrito, sin convenio alguno relativo a la titularidad pública de la obra, lo que, teóricamente, convierte a las monjitas clarisas en propietarias de una obra de Arte pagada con una millonada de dinero público, con lo que podrán disponer libremente de dicha obra, e incluso revenderla a un coleccionista privado.

El motor que renueva el agua del estanque del Ayuntamiento resulta tan atronador que ya ha causado las quejas de ciudadanos y de los trabajadores del vecino establecimiento de hostelería, perjudicado además por partida doble, al haber tenido que retirar la terraza que explotaba en la plaza, para no entorpecer la visualización del descomunal estanque. Un estanque del que muchos dudan si cumple la normativa contra el ruido, así como las que se refieran a la seguridad de los discapacitados visuales y los niños, que pueden caerse dentro, al estar a ras de suelo sin bordillo, pretil, valla ni celosía.

Se ha realizado una poda radical del venerable olmo de la plaza para evitar que sus hojas cayesen en el estanque, lo que no deja de ser una paradoja, ya que al representar un río, contribuirían a darle verosimilitud.

 
        Antes de la poda (Foto DDT)                 El olmo, ahora (Foto Julio Briones)

El desconocido cuarto estanque.

Todos los medios de comunicación se han hecho eco de las tres fuentes de Cristina Iglesias. Pero hay una cuarta, ubicada en los jardines del Cigarral de Menores, propiedad precisamente -casualidades de la vida- del señor Marqués de Marañón, presidente de la Fundación Pública El Greco 2014, promotora del proyecto "Tres Aguas". De hecho, la del cigarral fue la primera de las cuatro en ser instalada, y la mejor de las cuatro, en mi opinión, como obra de Arte, por la cual la señora Iglesias se merece mis públicas enhorabuenas. Y  uno se pregunta: ¿Por qué el proyecto no se ha denominado "Cuatro Aguas", incluyéndola, al igual que se han incluido las de las clarisas y la Fábrica de Armas, ambas también en entornos cerrados? ¿Por qué ningún medio de comunicación se ha atrevido a hablar de ella? ¿Y por qué no se abre al público, como las otras tres, ni se incluye en las visitas guiadas?



Teniendo en cuenta que de todos los cigarrales toledanos sólo hay dos declarados Bien de Interés Cultural (el del Duque de Bailén y el del Marqués de Marañón), obligados por Ley a abrirlos regularmente al público como compensación a la Sociedad de la exención fiscal de que disfrutan (obligación de apertura que, por cierto, tampoco cumplen, salvo que consideren como tal las visitas sólo para grupos -pero no al público en general- que han de solicitarse previamente y luego ser graciosamente concedidas), podría ser una buena manera de que se cumpliese la Ley -que lo es para todos- y permitir al pueblo que disfrute de esta cuarta fuente o estanque de la señora Iglesias (tan desconocida -hasta ahora- para casi todo el mundo), así como del resto de sus magníficas colecciones artísticas.

La suciedad, un problema por resolver. 

Desde su instalación, el estanque del Ayuntamiento se ha convertido en un vertedero de mugre. Colillas por docenas, plásticos, papeles, residuos orgánicos, restos de comida... Lo único que se ha conseguido es crear una inmensa papelera, que periódicamente ha de limpiarse por personal especializado. Si bien no se puede achacar tal responsabilidad a la autora ni al promotor, debió preverse y plantearse alguna alternativa.

¿Y la fuente renacentista?



El desmantelamiento de los jardines de la Plaza del Ayuntamiento, con su trocito de verde -tan escaso en la ciudad-, con sus bancos, su terraza de verano del restaurante vecino, y su fuente renacentista, ha sido una decisión, en opinión mía y de muchos otros, errónea. Y nos deja con un problema añadido: ¿Qué hacer con la fuente renacentista? ¿Volverá a su ubicación original, tras el Hospital Tavera? Se ha propuesto desde el Ayuntamiento colocarla en el Paseo de Merchán, pero no es tampoco una buena idea, visto el lamentable estado (suciedad, pintadas, daños a propósito..), que sufren sus actuales monumentos (las estatuas del S. XVII de los reyes godos y el monumento al músico Jacinto Guerrero, en la rosaleda) a causa del vandalismo continuo que se viene produciendo desde la jubilación del último Guarda de Parques y Jardines y la extinción del cuerpo. Sólo se va salvando el Monumento a la Mujer, réplica de un original de Alberto Sánchez, por su ubicación algo más a la vista, ante la Casa de Corcho. Pero sería triste que, tras el volcado vandálico de su plato superior hace unos años, la fuente renacentista sufriese nuevos daños irreversibles por su instalación en un lugar inadecuado. Ahora la RABACHT acaba de pronunciarse contra su instalación en el Paseo de Merchán. A ver si la autoridad local le hace caso.

Los apodos.

Como los españoles poseemos una proverbial mala leche reforzada con una gran imaginación, y los toledanos gozamos de una buena dosis de ambas, el estanque de la Plaza del Ayuntamiento ya ha sido rebautizado de numerosas e ingeniosas maneras: "El abrevadero", "el charco", "la zanja", "el pilón", "la acequia", "el canalillo", "la trinchera", "el cortafuegos"... Incluso se le ha empezado a llamar "El traje nuevo del emperador". Para quienes no sepan de dónde viene el asunto, aclararé que es un cuento de Hans Christian Andersen publicado en 1837 (y también conocido como "El rey desnudo") que narra como llegaron a una ciudad dos charlatanes que convencieron a su rey haber fabricado una tela fabulosa, que era invisible para los estúpidos e incapaces. Todos se maravillaban del nuevo traje del rey, confeccionado con la mágica tela, sin atreverse a decir que no la veían, hasta que un niño dijo "¡pero si va desnudo!", desvelando el engaño.

En realidad está basado en el cuento "De lo que aconteció a un rey con los burladores que hicieron el paño", del infante Don Juan Manuel, toledano de Escalona, que fue publicado hacia 1330 como uno de los "enxiemplos" (el nº 32) que le contaba al Conde Lucanor su consejero Patronio. En este caso la virtud de la mágica tela era ser invisible para quienes no eran hijos de su padre, y quien desveló el engaño fue un esclavo negro del rey moro que había sido engañado por los pícaros forasteros.

No es difícil deducir que mucha gente haya identificado este viejísimo cuento con el convencimiento por parte de la Fundación Greco 2014 a quien autorizase dicha instalación en la mismísima Plaza del Ayuntamiento (ya fuese el Concejal de Urbanismo, la Junta de Gobierno Local o el Pleno, si es que se aprobó en dicho órgano colegiado) de que iba a convertir a nuestra ciudad en el summum de la modernidad y del Arte Contemporáneo, con lo que nadie osaría pronunciarse públicamente en contra por temor a ser calificados de ignorantes. Vamos, lo que ya ha dicho el señor marqués.

¿Hay solución?


 
                                 Antiguos estanques de la Vega, hacia 1990

Los partidarios de la obra de la señora Iglesias ni se plantean la eliminación de la obra de la Plaza del Ayuntamiento, que consideran adecuada a su entorno por convencimiento estético o por ansia de rupturismo en una ciudad demasiado conservadora. Hay detractores que piden que se cubra y se olvide su propia existencia, como ya se hizo en su día con los estanques del camino central del Paseo de Merchán, que fueron rellenados y tapados por el siguiente alcalde al que los hizo instalar. Bueno, existe una solución intermedia: El desmontaje y traslado a algún otro barrio de Toledo que no sea el Casco Histórico, seguida de la reinstalación de la fuente plateresca, El resto de la ciudad también se merece tener Arte de primera calidad, y no hemos de ser tan ignorantes que pensemos que todo lo bueno haya de ubicarse de murallas adentro. Hay en el resto de Toledo espacios urbanos, avenidas y parques en los cuales el estanque de Cristina Iglesias destacaría por méritos propios sin provocar el terrible impacto paisajístico que causa en la Plaza del Ayuntamiento.  Y si no se refleja la torre de la catedral en sus aguas, cuando esté lleno, se podrá reflejar la vista del casco histórico o del paisaje ante el cual se ponga. ¿Por qué no? Rectificar es de sabios.

Antonio Casado





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