Veo y leo en esa red social llamada Facebook en la que aún trasteamos quienes peinamos canas, unas deliciosas deliberaciones gastronómicas de ese gran teórico de la Arquitectura y de la buena mesa que es el ínclito don Arturo Pardos Batiste, autoproclamado Duque de Gastronia. Perdón, me corrijo a mí mismo. Diré mejor deliberaciones gastronitas, ya que, según palabras de Don Arturo (en su libro "Crítica de la Gastronomía pura"), la Gastronomía murió tiempo ha, naciendo en su lugar la Gastrónica. El tema a tratar es la Filopeptofagia. No puedo resistirme a darles difusión en mi blog antes de que Cronos las degluta y digiera, como suele hacer con todo lo que se publica en las redes sociales, en las cuales la inmediatez prima sobre otros criterios.
"Una modesta meditación sobre el COCIDO y su circunstancia, en un país confuso. El peptólogo (neologismo mío, 1988, del griego ‘peptós’, ‘cocido’ y ‘lógos’, ‘tratado’) es el experto que mediante la peptostasia (‘juicio del cocido’) mira, huele, prueba, juzga y cobra (en el restaurante) el cocido, condenándolo o absolviéndolo. En el caso de resultar aprobado, el filopeptófago (‘amante de comer cocido’) se alboroza y llama al camarero peptóforo (‘portador del cocido’) para que se lo traiga a la mesa. Fabulando al estilo de Platón en el Timeo, cuando el filósofo describe el ojo (aquí, el cocido) y la visión (del cocido): “Cuando el cocido de cada día se encuentra con la mirada de fuego del Hijo, la Madre se une íntimamente a este, formándose en la dirección de los ojos de ambos un cuerpo único, el Cocido, en el que se confunden el concepto interno que de aquel tiene el Hijo y el que le llega del exterior como recuerdo de los cocidos bárbaros que come en los restaurantes. El cocido, al ser percibido por los sentidos, transmite al alma la sensación de lo que se conoce como Cocido”.
La peptocracia fue, durante siglos, el ‘gobierno del cocido’ en Castilla, sobre todo en Madrid, y en numerosas regiones de España: las recetas eran dictadas por los legisladores o expertos pectónomos de turno y el cocido mandaba en todos los hogares (potes, fabadas, pucheros, escudellas...). Los vecinos eran pectólalos y pectodoxos, pues del cocido hablaban como sostén y único manjar, y de él opinaban. La Abuela pectarca mandaba cómo servirlo en la mesa camilla; el pectógrafo (Pérez Galdós, por ejemplo) escribía de él; la pectolatría era la adoración del cocido propia de los pectólatras obsesos afectados de pectomanía... Pero en el año 2000 irrumpieron los pectoclastas que romperían el cocido, el de toda la vida, al deconstruirlo, nitrogenarlo y sifonearlo con el fin de que los pectóbolos tecnoemocionales lo arrojaran de la sagrada Mesa Camilla, expulsándolo. La anciana Madre pectodula (‘esclava del cocido’), ninguneada a partir de entonces, ya no hubo más de levantarse al alba para cocinarlo para su tiránico Hijo mamotreto". Firmado: El Duque de Gastronia.
Tras estas profundas reflexiones de Don Arturo en las cuales la Etimología tiene también parte, y no pequeña, me defino pública y humildemente como filopeptófago, afirmando que no se puede ser S.I.C. (sensible, inteligente y culto, en palabras del señor duque), si no se practica y disfruta de la peptofagia. Y el disfrute es mejor aún, si cabe, maridando el cocido con un buen champán francés, de los que don Arturo es gran conocedor, como padrino que es de la Guía Melendo del Champagne. Una propuesta que escandalizó en 2016 a los organizadores de los eventos de la Capital Gastronómica de España, quienes vetaron la presencia en el evento de la mente más privilegiada en crítica culinaria y enológica que tenemos en esta cosmomegagastrópolis llamada Toledo. Ellos se lo perdieron. Si no son S.I.C.s, serán N.O.C.s (necios, obtusos y catetos, también en palabras del maestro Pardos).
¿Que qué es eso del Cocido de Oro, o "cocidor", me preguntan? Difícil de definir en pocas líneas. Hace años, el periodista gastronómico Pedro Espinosa publicaba en la "Guía del Ocio" de la Villa y Corte los siguiente: "Uno de los reproches que me hago, en cuestiones de mesa, es no haber frecuentado más la Gastroteca de Stéphane y Arturo, duques de Gastronia. En plena plaza de Chueca, la cocina de Stéphane Guérin, narrada por Arturo Pardos, nos dejó grabados en la memoria la impoluta ejecución de una raya en mantequilla negra o su goloso sorbete de aceitunas negras. Entre los platos míticos de la Gastroteca está su Cocido de Oro: el Cocidor. Con esa acepción francófona lo bautizó Arturo homenajeando al Modulor, un sistema de proporciones arquitectónicas patentado por Le Corbusier. El Cocidor, que requería de contrato previo para acceder a él, estaba férreamente reglado. Servido en platos –negros, claro– de treinta y seis centímetros de diámetro, contaba con doscientos dieciséis garbanzos por comensal. ¿Por qué? Pardos le dedico todo un libro a la cuestión, En busca del Cocido de Oro. Injusto sería resumirla aquí".
El libro "En busca del cocido de oro" (Alegría de Orio (Guipúzcoa) : ediciones Hiria-RB, 2000, ISBN 84-95421-45-3) en el cual -a lo largo de sus trescientas treinta y una páginas- se da detallada explicación de todo este misterio culinario acerca del Cocidor está ¡ay! agotado, pero tal vez se pueda conseguir en el mercado de segunda mano. Así lo pude adquirir yo. Inténtenlo. Y otro día hablamos del ocaso de las paellas, o de cómo hay que servir el vino, una magna obra premiada y reeditada. Les aseguro que si leen un libro de este polifacético arquitecto y maestro de arquitectos, pintor, dibujante, empresario, catador y crítico culinario gastrónico y enológico, no les va a dejar indiferentes.
Para saber más:
Arturo Pardos Batiste, Duque de Gastronia, en Gastromimix
Arturo Pardos Batiste, Duque consorte de Gastronia en Club de Vinos
Arturo Pardos, en Sobremesa, revista de Gastronomía y vinos
Stéphane y Arturo, más allá de la cocina, en El País
Arturo Pardos, un personaje multidisciplinar en Ven a cenar conmigo, de Cuatro Tv
El Duque de Gastronia, ante su cuadro al óleo “El Cocido de Oro” (óleo, 200 x 200 cm, 1988), el único cocido del mundo en sección áurea y antiedípico.
Tras estas profundas reflexiones de Don Arturo en las cuales la Etimología tiene también parte, y no pequeña, me defino pública y humildemente como filopeptófago, afirmando que no se puede ser S.I.C. (sensible, inteligente y culto, en palabras del señor duque), si no se practica y disfruta de la peptofagia. Y el disfrute es mejor aún, si cabe, maridando el cocido con un buen champán francés, de los que don Arturo es gran conocedor, como padrino que es de la Guía Melendo del Champagne. Una propuesta que escandalizó en 2016 a los organizadores de los eventos de la Capital Gastronómica de España, quienes vetaron la presencia en el evento de la mente más privilegiada en crítica culinaria y enológica que tenemos en esta cosmomegagastrópolis llamada Toledo. Ellos se lo perdieron. Si no son S.I.C.s, serán N.O.C.s (necios, obtusos y catetos, también en palabras del maestro Pardos).
¿Que qué es eso del Cocido de Oro, o "cocidor", me preguntan? Difícil de definir en pocas líneas. Hace años, el periodista gastronómico Pedro Espinosa publicaba en la "Guía del Ocio" de la Villa y Corte los siguiente: "Uno de los reproches que me hago, en cuestiones de mesa, es no haber frecuentado más la Gastroteca de Stéphane y Arturo, duques de Gastronia. En plena plaza de Chueca, la cocina de Stéphane Guérin, narrada por Arturo Pardos, nos dejó grabados en la memoria la impoluta ejecución de una raya en mantequilla negra o su goloso sorbete de aceitunas negras. Entre los platos míticos de la Gastroteca está su Cocido de Oro: el Cocidor. Con esa acepción francófona lo bautizó Arturo homenajeando al Modulor, un sistema de proporciones arquitectónicas patentado por Le Corbusier. El Cocidor, que requería de contrato previo para acceder a él, estaba férreamente reglado. Servido en platos –negros, claro– de treinta y seis centímetros de diámetro, contaba con doscientos dieciséis garbanzos por comensal. ¿Por qué? Pardos le dedico todo un libro a la cuestión, En busca del Cocido de Oro. Injusto sería resumirla aquí".
El libro "En busca del cocido de oro" (Alegría de Orio (Guipúzcoa) : ediciones Hiria-RB, 2000, ISBN 84-95421-45-3) en el cual -a lo largo de sus trescientas treinta y una páginas- se da detallada explicación de todo este misterio culinario acerca del Cocidor está ¡ay! agotado, pero tal vez se pueda conseguir en el mercado de segunda mano. Así lo pude adquirir yo. Inténtenlo. Y otro día hablamos del ocaso de las paellas, o de cómo hay que servir el vino, una magna obra premiada y reeditada. Les aseguro que si leen un libro de este polifacético arquitecto y maestro de arquitectos, pintor, dibujante, empresario, catador y crítico culinario gastrónico y enológico, no les va a dejar indiferentes.
Para saber más:
Arturo Pardos Batiste, Duque de Gastronia, en Gastromimix
Arturo Pardos Batiste, Duque consorte de Gastronia en Club de Vinos
Arturo Pardos, en Sobremesa, revista de Gastronomía y vinos
Stéphane y Arturo, más allá de la cocina, en El País
Arturo Pardos, un personaje multidisciplinar en Ven a cenar conmigo, de Cuatro Tv
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